Fue a principios de la década de los 2000 que nació la leyenda de un niño que presuntamente habría fallecido al aventarse por el tobogán en forma de dinosaurio que daba a una de las albercas del emblemático parque 87, ya que supuestamente uno de los colmillos causó el fallecimiento del infante.
La leyenda se hizo muy popular entre los visitantes al centro recreativo, y los niños y jóvenes de la ciudad capitalina que al pasar de los años cuentan lo que recuerdan de esas fechas.
Mencionan que fue por el año 2000 o 2001 el atractivo principal era el gran tobogán que bajaba junto con el cerro que ahí se encuentra, y culminaba en las albercas al pie del mismo.
El tobogán atraviesa el dinosaurio, entrando por su grande hocico y bajando por la cola, y según la leyenda un niño que se disponía a pasar un rato agradable al lado de su familia sufrió un fatal accidente, puesto que al aventarse por el tobogán chocó con uno de los colmillos del animal, lo cual le causó un golpe en la cabeza y al caer a las aguas de la alberca este ya había fallecido.
Después del terrible suceso el parque cerró el acceso a esta área, permaneciendo así por más de un año y al reabrir el tobogán lucía de una manera distinta, los colmillos del dinosaurio eran más pequeños.
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