Todavía la gente comenta, sobre todo en los poblados que cuando hay un enfermo o un anciano y se escucha pasar el ruido del caballo jalando una carreta es que seguramente la muerte viene por la persona, se tiene que rezar y encender una vela para que no llegue el espanto y pase de largo la tan temida carreta de la muerte.
En aquellos tiempos en que la ciudad de El Rosario carecía de alumbrado, por los obscuros rumbos las calles y callejones del centro de la ciudad la gente comentaba que se escuchaba un chirrido como el de una pesada carreta que pasaba por un camino empedrado y que era un espanto que solía aparecer y que se trataba de una carreta cubierta con negros crespones, jalada por caballos de color negro lustroso y conducida por la mismísima muerte, cubierta con blanco sudario.
La gente asustada temía asomarse, puesto que a quien se atrevía a hacerlo se moría, se dice que quienes osaban atreverse a hacerlo al despertarse apenas contaban lo sucedido, justo al tercer día, sin explicación alguna aparecían muertos con marcas en el cuerpo, como si hubieran sido arrastrados por largos caminos.
Al escuchar esto toda la población de Rosario empezaba a murmurar que había sido la carreta de la muerte quien se lo había llevado.
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