UN VAMPIRO EN BELEN
A finales del siglo XVIII, en la época colonial, llegó a la ciudad de Guadalajara, en Jalisco, un hombre rico de nombre Don Jorge. Se distinguía por andar siempre bien vestido y por haber comprado una costosa hacienda.
Sin embargo, no logró la simpatía de los habitantes, a quienes les parecía sospechoso que siempre vistiera de negro y realizara largas caminatas por la noche, además de su personalidad llena de misterio.
Repentinamente empezaron a aparecer animales muertos en las barrancas de un barrio llamado "El Carrizal". Los cuerpos estaban sin gota de sangre y con huellas de mordeduras en el cuello. En un principio, los habitantes lo atribuyeron a una epidemia.
Cuando empezaron a aparecer cuerpos de niños y adultos con las mismas características, la ciudad entró en pánico y los habitantes optaron por no salir de sus casas cuando se ocultaba el sol. Durante esas horas rezaban en sus casas por lo que creían era una maldición que había caído sobre la gente.
El pueblo decidió buscar al asesino. Fue así como, según la historia, descubrieron a "Don Jorge" cuando mordía el cuello de una de sus víctimas. En esa ocasión logró escapar, por lo que los pobladores le pidieron a un sacerdote que acudiera a la hacienda para exorcizarlo, pero no lograron encontrarlo.
Una noche, los pobladores, atraídos por unos gritos, descubrieron a Don Jorge mientras atacaba a una de sus víctimas.
Algunos jóvenes iniciaron la persecución de quien llamaron "El Vampiro de Guadalajara". Un viejo gitano les aconsejó atravesar su corazón con una estaca de madera y enterrarlo en un cementerio, por lo que le tendieron una trampa y para su sorpresa lograron atraparlo.
Mientras lograban clavarle la estaca, Don Jorge juró vengarse. Después de seguir el consejo del gitano, los jóvenes llevaron el cuerpo al Panteón de Belén, donde lo enterraron.
El sitio oficial del Museo Panteón de Belén destaca que al día siguiente, la sorpresa de los pobladores fue mayor porque la estaca se había convertido en un árbol que partió en dos la tumba de Don Jorge, con lo que nació una de las leyendas más antiguas de Guadalajara.
Según la leyenda, el día que el árbol termine de romper la tumba o sea cortado desde la raíz, ese día se liberará nuevamente el vampiro y volverá para cobrar venganza y aterrorizar a la población.
Se afirma que durante la noche, entre las ramas del árbol se pueden ver reflejadas las caras de las víctimas.
El árbol se encuentra protegido por una reja, ya que había gente que llegaba a cortar ramas para comprobar si era cierto que salía la sangre de Don Jorge.
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